viernes, 5 de febrero de 2010

El Último Recreo

Indudablemente, los primeros años de la década de los 80 fueron años gloriosos para el sector del comic en España. Fueron años en los que vieron la luz revisticas míticas, en las que, junto con una nueva hornada de ilustradores locales, tambien se presentaba a los sorprendidos españolitos que recién salían de la negra noche de la censura franquista la flor y nata del comic underground y de autor de allende nuestras fronteras. Casi todas ellas cayeron con la crisis del sector que sobrevino en los 90. Una de las mas míticas cabeceras fue 1984, publicación dedicada a la ciencia-ficción de la mítica y ya desaparecida editorial Toutain. Fue en sus páginas, en 1982, en las que los argentinos Horacio Altuna, dibujante, y Carlos Trillo, guionista, presentaron una serie que se salía de todos los moldes: El último recreo.


Si nos pusieramos en plan pedante y gafapasta, tendríamos que comparar esta obra con la novela de Golding “El señor de las moscas”. El último recreo consta de doce historias autoconclusivas que transcurren en un escenario post-apocalíptico clásico. Un arma del juicio final, de la que no se dan más explicaciones que sus efectos, ha matado a toda persona que hubiese superado la pubertad. En el mundo solo quedan los niños, abandonados a su suerte. Unos niños que deberán madurar de golpe, si quieren sobrevivir.

Invariablemente, estos niños que siempre temerán crecer, pues mientras dure el efecto de la bomba, hacerse mayor significa morir, cometerán los mismos errores de sus mayores, sin escatimar en crueldad, en una ciudad en ruinas llena de los cadáveres de los que no han conseguido sobrevivir, y que finalmente se verán forzados a abandonar (abandonar un mundo muerto para construir uno nuevo, todo muy simbólico, si me permitis decirlo).

La historia esta narrada en un estricto blanco y negro, con mas negro que blanco, y Altuna se luce en las panoramicas urbanas, Presentando calles abandonadas, llenas de papeles volando y basuras desparramadas que crean un entorno opresivo que refuerza la sensacion de desamparo de los personajes que se mueven por ellas.

En resumidas cuentas, una obra maestra que dio a conocer a Altuna en nuestro país, y que todos los buenos aficionados al genero sin duda disfrutarán. La única pega es que, dado el argumento, el lector (sobre todo el de sexo masculino) no podrá disfrutar del legendario dominio del citado autor en lo que a dibujo de la anatomía femenina se refiere. Pero ya se sabe, no se puede tener todo en esta vida…

Artículo publicado originalmente en el sitio Mondofriki el 01-11-2006

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