lunes, 28 de enero de 2013

80 años de polémica, y aun a vueltas con las ilustraciones de las portadas del genero fantastico.

En primer lugar hola a todo el mundo, y perdón de nuevo por una larga temporada sin escribir. Obviamente, estaba escondido en mi búnker atómico, esperando el Apocalipsis Maya. Una vez pasada la fecha fatídica, y tras asegurarme de que los zombis atómicos no poblaban las ruinas de la Tierra arrasada, me he decidido a salir. Bueno, bromas aparte, he estado ocupado en diversos menesteres que me han hecho dejar un poco de lado este blog. Pero un acontecimiento reciente me ha hecho reflexionar sobre como a veces la tijera del censor puede aparecer por donde menos te la esperas, y con la mejor de las intenciones se puede acabar cayendo en la trampa de la moralina. Se trata de la negativa del periódico español La Marea, una publicación mensual independiente de tendencia ideológica progresista, a aceptar incluir la publicidad de la reedición de la novela de George R. R. Martin Choque de Reyes (segunda entrega de la saga Canción de Hielo y Fuego, y continuación de la recientemente adaptada con gran éxito a televisión Juego de Tronos) por, imagino que ya lo adivinan, el desnudo de la portada.

 La portada de marras

En primer lugar, aclarar que soy un firme defensor de la linea editorial del citado periódico, así como de su modelo como medio de comunicación independiente, de propiedad cooperativa de los mismos periodistas que en él publican. Vaya esto por delante porque siempre es más fácil criticar a la prensa que te es ideológicamente antipática que a aquella con la que te sientes más afín. Y que de hecho, mucha gente nunca critica a los "suyos". Así que, cuando alguien critica a un periódico o revista, muchas veces damos por sentado de que lo hace desde posiciones ideológicas contrarias a las de su linea editorial, lo cual no es el caso ahora. Hoy voy a criticar a los "mios", y no me van a doler prendas en hacerlo.

Primero que nada, exponer las justificaciones que los editores del periódico dan sobre su decisión. Copio los pasajes más significativos en mi opinión del texto explicativo, que recomiendo consultar en este enlace: La Marea: el debate de la redacción, a fin de poder juzgar dichas citas en su contexto.

Esta decisión no responde a ningún tipo de moralina ni a problemas con los desnudos o la sexualidad. Entre nuestros principios editoriales destacan la defensa de las libertades y la igualdad. Precisamente, es este último el que nos obliga a denunciar el uso recurrente del cuerpo femenino para vender todo tipo de productos. Ni las imágenes ni el lenguaje son inocentes y vehiculan valores; de ahí nuestro afán por cuidar este aspecto. En este sentido, creemos que el recurso es forzado.

La tesis de que la mujer representada tiene una fuerte personalidad en la obra tampoco nos convenció, porque estos rasgos no aparecen reflejados, en nuestra opinión y en la de las personas externas consultadas, en el anuncio. De hecho, esa mujer, que mira hacia abajo, está desdibujada. Apenas tiene rostro y es un ente pasivo.

 Dicho articulo incluye una invitación al debate sobre la decisión tomada, en el foro de comentarios que acompaña al mismo. No creo que sea ninguna sorpresa el hecho de que, tratándose como se trata de una serie de culto, la polémica creada haya sido monumental, y las intervenciones estén siendo apasionadas. Entre otros han intervenido en el debate el editor en España de la novela, Alejo Cuervo, así como el artista autor de la ilustración, Enrique Jimenez Corominas. Un vistazo por encima al conjunto de intervenciones en dicho debate parece confirmar que, de momento, los críticos con la postura del periódico son mayoría. Pero más allá de quien pueda tener razón en este caso particular, lo que me interesa más ahora es reflexionar sobre el hecho general de los prejuicios que parecen existir hacia ciertas expresiones artísticas de tipo underground, de la base histórica de los mismos, y del peligro de que el exceso de celo por la corrección política nos lleve a un nuevo puritanismo, igual de odioso que el basado en la defensa de la tradición y la religión. Aviso de que el tema es denso, y que va a haber mucha letra y pocos dibujitos.


Equipando al héroe... y a la heroína. Tira satírica de Steve Napierski que ironiza sobre la forma de presentar habitualmente a las protagonistas femeninas en el género fantástico.

Antes que nada, digamoslo claro: el prejuicio hacia las ilustraciones del genero fantástico como sospechosas habituales de sexismo existe, y tiene unas bases históricas muy sólidas que justifican su existencia, además. Muchas portadas de revistas y libros de temática fantástica lucen habitualmente ilustraciones que representan a mujeres ligeras de ropa en paisajes fantasiosos o interactuando con seres monstruosos. Esta estética nace con la explosión de las revistas "pulp" allá por los años 30. Revistas de producción barata que trataban gran cantidad de tema, aunque probablemente las que más han quedado en el recuerdo han sido las dedicadas a los géneros fantásticos, por la gran cantidad de reconocidos autores, tanto escritores como ilustradores, que se iniciaron en sus humildes páginas. Las revistas que trataban estos géneros, además,  tenían un publico preferente, que se caracterizaba en aquella época por ser 1- joven, habitualmente adolescentes, y 2- casi unanimemente masculino. Y ¿cual es la forma más fácil de hacer que un adolescente con las hormonas revolucionadas se fije precisamente en tu revista, de entre todas las que se exhiben en el kiosco? ¡Exacto! Así que podemos afirmar que es verdad que esta corriente estética nace efectivamente como reclamo publicitario sexista.

Bien, acabamos de establecer que esa estética tiene un claro origen de reclamo sexual. La imagen clásica de la mujer objeto. Los editores del periódico de esta noticia tienen razón por lo tanto al rechazar esa publicidad, bajo esos argumentos. Fin de la historia. ¿De verdad? No, las cosas nunca son tan fáciles, y en estos temas, menos que en ninguno. Además, aun estamos en la década de los 30, no hemos tratado aun la gran oleada censora de los 40 y 50, ni el nacimiento del underground como respuesta a la misma, no me sean impacientes.

 La gran oleada represora.

A lo que íbamos, en los años 40 se empiezan a escuchar las primeras voces criticas contra el auge de este tipo de ficción barata, y la depravación moral a la que, según algunos, sirve de vehículo. El principal caballo de batalla sera el cómic, contra el que se lanzan las criticas más virulentas. Muchos consideran como punto fundamental los trabajos del psiquiatra Fredic Wertham y del psicólogo William Moulton Marston. Podríamos definir sus posturas  con el estereotipo del poli bueno, poli malo. 

Wertham era un enconado critico de la ficción popular,  a la que consideraba una perniciosa influencia para la juventud, y aunque disparaba sus dardos envenenados contra todos los medios de la cultura de masas, se le recuerda especialmente por sus criticas al mundo de la historieta. Según Wertham, solo había dos clases de comic: los dañinos y los estúpidos. Estaba convencido de la nefasta influencia de las historias violentas y las imágenes subidas de tono sobre las mentes de niños y adolescentes, y era partidario de una férrea censura, o directamente de la prohibición. Hoy día no costaría demasiado imaginarlo como ese tertuliano televisivo que, ante la noticia de un crimen aberrante, lo primero que comenta es que el asesino pasaba horas jugando al Call of Duty. Expuso sus teorías en su obra La Seducción del Inocente,  apoteósica apología de la censura que pasara a la historia, si otra cosa no, por ser la primera obra donde se especulo abiertamente sobre las perversiones sexuales secretas de los superheroes. Si, Wertham fue el primero en afirmar que Batman era gay, y vivía un romance homosexual secreto con Robin. Y no lo dijo para hacerse unas risas, sino completamente convencido de que si leías esas historias siendo niño, tu también te volverías gay (algo que en aquella época solo estaba por debajo de ser comunista en grado de maldad)

Si Wertham encarna la visión radical, Marston por el contrario, planteaba la opción dialogante. Al igual que Wertham, estaba convencido de la nefasta influencia social del tipo de ficción popular imperante a finales de la década de los 40, pero al contrario que este, estaba convencido de que los modernos medios de cultura de masas juvenil, y el comic en particular, también podían ser poderosas herramientas de educción y de transformación social. Persona de ideas liberales y progresistas, defensor del movimiento feminista, Marston postuló que debía abandonarse la ficción simplona de buenos y malos puros, héroes perfectos y hermosas damiselas cuya única misión en la historia es ser rescatadas por su caballero andante, y pasar a tramas más complejas que preparasen a los jóvenes ante los cambios que traían los tiempos. Si, reconozco que suena muy bien. El problema en este caso es mucho más sutil: ¿que pasa si quiero leer historias simplonas a pesar de todo? Lo siento, esa opción no se contempla. En el fondo, por la vía del buenismo, acabamos topando de nuevo con la censura.

Al igual que Wertham, Marston también dejo un sello permanente en la cultura popular. Entre otras cosas, invento uno de los primeros polígrafos (aparato más conocido como "detector de mentiras") y fue un gran defensor de su uso judicial, pero en el mundo de la historieta se le recordara siempre por el hecho de que su simpatía por el movimiento feminista le llevo a crear la primera superheroína protagonista de su propia serie: Wonderwoman, la Mujer Maravilla (que, a pesar de querer representar a la mujer independiente y dura, liberada de la dependencia del macho, capaz de vivir sus propias aventuras sin necesidad de un acompañante masculino, ¿para que negarlo? sigue estando dibujada según el mismo arquetipo de chica guapa ligera de ropa tradicional del pulp)


Fotografía de la revista Time de diciembre de 1948, que muestra una quema publica de revistas y comics juveniles "indecentes" realizada en una escuela de Binghamton, New York. 

El caso es que las ideas de Marston, Wertham, y un sin numero de otros autores, periodistas y opinadores, presentados a menudo como expertos en un tema del que nada sabían, caldearon el debate entre una sociedad de padres más dispuestos a hacer caso de lo que cualquier cantamañanas contase por la radio que a sentarse con su hijo y preguntarle que es lo que le gustaba de esas revistas. En ese aspecto, aparte de que ahora el cantamañanas sale por televisión y habla de videojuegos, no hemos avanzado nada. El ambiente se fue enturbiando. 1948 fue un año especialmente caliente, en el sentido literal del termino. En octubre de ese año, en un pequeño pueblo de Virginia llamado Spencer se produjo la primera ceremonia publica de quema de revistas perniciosas. Durante un mes, los niños del pueblo habían estado recogiendo puerta por puerta tebeos que luego quemaron, en presencia de padres y profesores, en una ceremonia publica, a la que se le dio amplia cobertura mediática, con el resultado de que enseguida fue imitada en numerosos lugares. 

Como suele suceder, la desinformación y el sensacionalismo habían creado una psicosis entre el publico ignorante del fenómeno. Había que hacer algo. Ese mismo año ven la luz diversos códigos internos de regulación de contenidos de diversas editoriales, que invariablemente son denunciados como demasiado laxos y fáciles de burlar. En el año 50 se crea un comité especial del Senado norteamericano para tratar tan terrible problema. En el 54, tras la publicación de su ya citada magna obra La seducción del Inocente, Wertham comparece ante un subcomité del Senado sobre delincuencia juvenil. Dicho subcomite acaba urgiendo a la industria del comic a adoptar un código claro de regulación de contenidos. La Asociación de Editores de Revistas de Comic, que agrupaba a las principales editoriales del género desempolvo sus viejos reglamentos, que una vez reescritos y transformados en una normativa rigurosa y detallada, se convertirían en uno de los ejemplos más recordados y longevos de la auto censura editorial: el Código de la Autoridad del Comic.

Si esto está en la portada de la revista, su hijo no le va a matar a hachazos después de leerla.

El susodicho código tuvo dos efectos inmediatos: primero, la infantilización de los argumentos que se derivo de la introducción de tan estricta normativa hizo que solo las series más establecidas y de público más fiel sobreviviesen, y con ellas las editoriales que poseían los derechos de dichas franquicias, con lo cual se estableció el duopolio DC - Marvel que domina el mercado del comic norteamericano desde entonces hasta hoy, y segundo, muchos autores que no se resignaban a trabajar bajo tan opresivas normas migraron hacia el mundo del underground, que les permitía una total libertad temática y creativa, al precio de tener que trabajar al margen de los grandes circuitos de distribución, para un publico muy minoritario y con la percepción social mayoritaria de ser rebeldes, inadaptados y potenciales delincuentes. Gentes poco de fiar que trabajaban en un genero poco de fiar. Se empezaba a gestar la contracultura. 

La era de la contracultura.

Nunca, ni siquiera ahora, ha estado el mundo más cerca de vivir una revolución total que cambiase completamente su sistema de valores, sus códigos éticos, religiosos, políticos y sociales de lo que lo estuvo en los años 60. Realmente ese fue de verdad el momento en eso que llamamos el Sistema más cerca estuvo de desmoronarse, y cuando más ingenio tuvo que emplear en reinventarse para sobrevivir. A pesar de la derrota final, se le arrancaron grandes parcelas de libertad de las manos. Grandes tabúes, como el sexo, la droga, las relaciones raciales, el patriotismo, el principio de autoridad... fueron examinados críticamente y desechados en muchos casos, y se conquistaron valiosos espacios de libertad. Aquellos logros también acabaron influenciando a aquellos pueblos y sociedades que aun estábamos al margen del mundo desarrollado donde sucedían estas cosas. Uno de los ámbitos donde primero se hizo sentir el impacto de la emergencia de la contracultura fue el de la estética.

Uno de los primeros efectos de la contracultura fue la reivindicación de las formas culturales más marginales. Todo aquello que la sociedad bienpensante miraba por encima del hombro iba a ser elevado a los altares: el cine de serie b, el rock y el pop, la literatura pulp, el comic... todos estos géneros malditos de pronto regresaban, y además investidos de una patina de rebeldía. De pronto, que te mirasen mal por leer en publico una revista de serie b con una portada llamativa y moralmente provocadora no importaba, porque precisamente esa era la idea.  Soy un maldito hippy, no esperaran que lea la Biblia, ¿no?

La denostada estética pulp regreso con fuerza, y con la asimilación final de la contracultura, el mayor truco de prestidigitación que el Sistema se pudo sacar de la manga para sobrevivir, quedo finalmente incorporada a la corriente cultural mayoritaria. Aunque, no nos engañemos, nunca termino de ser bien vista. Aun hoy en día, los aficionados a estos géneros puede que sean tolerados, pero no son vistos como gente de fiar. Aun hoy en día perviven prejuicios, y ciertas manifestaciones culturales se ven como algo grotesco, hasta enfermizo. Siempre habrá quienes estén dispuestos a "rehabilitar" a los frikis. Sea desde la óptica de la derecha autoritaria y represora de siempre, o desde eso que algunos llaman la izquierda bienpensante, desde el modelo Wertham o el modelo Marston, el resultado final es el mismo: alguien se cree moralmente legitimado a dictaminar que gustos son aceptables, y cuales no. Cuando esto ultimo no es sino un cometido de la sociedad en conjunto.

Y seamos sinceros, cuando alguien te dice que tus gustos no son aceptables, que son sucios, la reacción habitual es ofenderse. Y en el momento en que tal aseveración se lanza sobre un colectivo como es el de los seguidores de la cultura de serie b, que como acabo de intentar explicar, arrastran una larga historia de marginación y burla por parte de los estamentos culturales considerados como más respetables, la reacción más probable es la de cerrarse en bloque. Y sobre todo: nada mejor que ver que el arte provocativo sigue cumpliendo su función fundamental: molestar a los bienpensantes.

Así que no es de extrañar que la mayoría de aficionados se hayan mostrado muy críticos con la decision de la que hablabamos al principio. Y todo esto, sin perder de vista que la mayoría de los que son críticos con esta polémica decisión editorial sin duda aplaudirán entusiastamente las ideas subyacentes en que se apoya. Pueden apuntarme en ese caso. Sin duda parecerá contradictorio, y de hecho lo es. Pero es que las cosas nunca son blancas o negras, si o no. Es más complejo que eso. La vida no es sencilla.

P.D. 1: Mi opinión estrictamente personal sobre la ilustración en cuestión es que es extremadamente púdica, y para nada erótica. Cuestión de gustos, y ya conocen la cita latina: de gustibus non est disputandum.

P.D. 2: Y todo esto hablando estríctamente de Occidente. Si tuviesemos que hablar de los japoneses...

P.D. 3: Aparte de los ya incluidos en el texto, recomiendo los siguientes enlaces:

Sobre la historia del código del comic, articulo de Perú 21, históricamente exhaustivo, aunque en mi opinión peca abiertamente de pro-censura.

Sobre las quemas publicas de revistas "indecentes" durante 1948, articulo en la pagina web del Comic Book Legal Defense Fund, organización que apoya a los autores frente a la censura.

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